Se dice que siempre hay una primera vez para todo y este año me toco hacerme cargo de una de las tradiciones que desde que tengo memoria se han realizado en mi casa, elaborar un altar u ofrenda el día de muertos.
Admito que ni siquiera estaba en mi planes y quizá fué mejor así, la improvisación a veces es una herramienta muy interesante, todo comenzó a partir de un imprevisto que hubo con el coche en el cual no solo se perdió una lana que buena falta me hacía, se perdió también una buena parte de mi entusiasmo y de mi alegría. Así que el día 1º empecé mi día mas por inercia que por ganas de empezarlo, sobre decir que estaba muy desanimado así que desde temprano me propuse ayudar a poner la ofrenda de este año, limpie la mesa y deje ahí unas calaveritas de barro que compre en las artesanías por estar muy simpáticas y sobretodo baratitas y después salí un rato a ver si conseguía despejar los pensamientos negativos.
Al regresar nada estaba diferente en casa, hasta el tiempo parecía suspendido, me metí a mi habitación un rato y trate de ocupar mi mente en otra cosa, escuche a mis hermanos ir y venir de acuerdo a su rutina y todo continuaba tal cual se había quedado en la mañana, al llegar la tarde no había fruta, ni papel, ni adornos, ni intenciones de poner ofrenda, solamente dos veladoras, eso realmente me deprimió, no solo implicaba el perder una tradición que desde que yo tengo memoria se ha hecho, yo sentí como si el recuerdo mismo de mis padres estuviese desapareciendo y a nadie parecía importarle. Para mi el ponerles una ofrenda es un modo de volver a estar en contacto con ellos, con su recuerdo y su legado, además de ser el único lugar y la única oportunidad del año que tengo para dejarles flores en algún sitio ya que sus cenizas descansan en el mar.
El tiempo seguía su marcha y pensé que por lo menos les debía a mis padres el intentar hacer algo, fui al mercado y compre papel picado 5 pesos para ser exacto, también compre un adorno de cartón de 20 pesos, y unas varitas de copal de 20 pesos pues siempre me ha gustado ese olor tan característico que posee. Al llegar a casa compre una cerveza de esas flaquitas de 9 pesos, y luego fui a buscar fruta a la recauderia, compre un racimo chico de plátanos dominicos, 8 mandarinas y 8 guayabas de todo eso fueron 25 pesos.
Así comencé a darle forma a la ofrenda el papel mas grande hizo de mantel, los otros sirvieron para adornar la pared y el plato de la fruta, al centro una maceta de flores de cempasúchitl que había comprado con anterioridad, los petalos ya marchitos de una segunda maceta que se seco sirvieron para enmarcarla, dos veladoras a los lados, dos esqueletitos de plástico recostados, las calaveras de barro a su vez servían porta incienso, la cerveza, cigarros y encendedor, un plato y una taza de barro con agua fresca, una copita tequilera vacía y otra con sal, una lata de sardinas y una paquetito de galletas para la botana (que siempre acostumbraba mi papá) y por la noche unos tamalitos llenaron el plato de barro antes vacío y dos fotografías donde aparecen juntos mis papás, un pan de muerto y una botella de tequila completaron la ofrenda.
Creo que al final de mucho me sirvió visitar tantos altares y ofrendas en exposiciones y ferias estos dias, aprendí que no se requiere de una gran presupuesto, tampoco se necesita sacrificar grandes cantidades de comida, con muy poquito se puede hacer algo hermoso y sencillo. Y como un detalle extra de mi ofrenda en su totalidad era totalmente mexicana, nada de adornos "jalogüinescos" todo fué orgullosamente hecho en México.
¡Wooooo Edd! Me llegó al corazón esta entrada, :( la has redactado muy bonito, aunque espero que ya te sientas mejor. Me gustó tu ofrenda :) te ha quedado excelente, la foto tiene una maravillosa iluminación y desde luego también me agradó como te maquillaste jajajajaja.
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