lunes, 2 de octubre de 2017

Un domingo de lo peor.

     Cada vez que tengo que pasar por el duelo de perder a alguien a quién amaba me pregunto ¿porque siempre es igual de complicado?, ¿porque no se va haciendo más sencillo de sobrellevar todo ésto con el tiempo?, ¿porque me asedia ese síndrome de la abstinencia con tanta fuerza siempre la primera semana?

      Quizá debí de salir a caminar sin rumbo fijo hasta cansarme, o debí ir a buscar ese bumper protector para mi celular o a comprar cualquier otra baratija, según yo no quise hacerlo precisamente porque sé muy bien por experiencia que cuando uno anda deprimido a veces se le va a uno la cartera en un vano intento por llenar el vacio que sentimos con cosas materiales y me dije, ¡No! será mejor quedarme en casa. ¡Grave error!

     Tal vez debería escribir al respecto y hacer una guía de doce pasos a seguir despues de un rompimiento, no es una mala idea...

     Hoy ese fué mi gran error, pues al encontrarme sin saber que hacer me propuse cuatro simples tareas para llenar mi día, lavar el coche, arreglar mi cuarto, tomar fotos de cosas para vender en ML y acabar de leer mi libro en turno. Pero en un momento de debilidad se me ocurrió encender mi antiguo celular, no lo había vuelto a prender desde aquella lamentable madrugada de hace una semana cuándo mi novia rompió conmigo. Me dije solo voy a pasar algunas fotos del whatsapp a la compu y lo apagaré de nuevo, porque quería desesperadamente ver las ultimas imagenes que intercambiamos cuando horas antes de romper todo estaba bien entre nosotros.

     Así que lo prendí, al principio no parecía pasar nada, ningún sonido, eso es bueno (pensé yo), las copié y las miraba con nostalgia en la pantalla de mi monitor cuándo mi corazón se sobresalto a escuchar el timbre del teléfono, lo miré incrédulo y ví que se trataba de uno de mis hermanos a quienes casi no veo, pálido y sin aliento contesté. Solamente quería darme un recado de alguien que no me podía localizar, le agradeci y le comenté que ese número ya no iba a estar en uso, le dí mi nuevo número y sin más que agregar me despedí. En ese momento comenzaron a llegar una notificación tras otra a mi teléfono y me pregunté ¿estaré listo para leer con calma el mensaje que me dejó de despedida? El corazón me golpeaba con fuerza dentro del pecho y pensé que más da y lo abrí.

     El mensaje era exactamente el mismo que medio recordaba de aquella madrugada, me dolió mucho volver a leerlo, pero me dolió aún más leer mi propia respuesta, sabía que en aquel momento habia sido impulsivo y dije cosas que no quería decir, pero no recordaba que estuvieran tan llenas de rencor y fueran tan hirientes, eso me dolió aún mas. Aquella madrugada estaba tan dolido por su falta de confianza en mi, por volver a sacar un tema que involucraba a una persona a quién poco a poco comencé a odiar, que no medí mis palabras y me porté muy insensible y cruel con ella.

     Lo más absurdo de todo es que esa tercera persona en cuestión, quizá ni siquiera me ubique, muy probablemente le importe un centavo mi vida, o sepa siquiera algo de mi, pues ni siquiera llegamos a conversar lo suficiente para conocernos, era una de tantas personas que uno a veces agrega por agregar al FB, y desde que por su culpa tuve un terrible desencuentro con mi novia, no había vuelto a interactuar con ella en algo asi cómo 7 meses en los que ni siquiera nos saludamos, de hecho yo muchas veces pensé en borrarla de mis contactos, pero  según yo tenía dos buenas razones para no hacerlo todavía.

     La primera razón, la mas poderosa, era que esperaba algún día llevar a mi novia al ciber y sin decirle el motivo, rentar una pc, abrir mi face y decirle "Mira, la persona con quién pensabas que tuve un romance" y acto seguido mostrarle nuestras conversaciones privadas, lo poco que platicamos y lo inocentes que siempre fueron, ni siquiera se podria decir que vacilábamos, para mi siempre fué solo un contacto más al que yo quería conocer al menos en lo más básico para saber que clase de persona tenía entre mis contactos y una vez que ella lo viera con sus ojos decirle, ahora sí, vamos a borrarla.

     La segunda razón, probablemente más patetica que la primera, era que mi contador de amistades estaba en 40 y lejos de aumentar, en los últimos meses había bajado, perdón, tal vez es una razón de lo más superficial pero cuándo no tienes muchos amigos y la mayoría de tus publicaciones pasan sin ser vistas, te sientes invisible, cómo si no exisitieras y no es un sentimiento muy agradable, quizá es la cara más desagradable de las redes sociales, que acaban por clasificar lo que vales cómo persona en base a cuántos contactos tienes y los likes que recibes por tus publicaciones, yo nunca he sido popular y cuándo no lo eres estás cosas terminar por tener un peso que lo quieras o no te afecta.

     Volviendo al tema de mi desastroso día, tras ver que no solo le provoqué un sufrimiento extra al enrredar más éste asunto que de haber sido tratado con delicadeza, al día siguiente ya que tuviera la cabeza fría o a media semana, o incluso dejando que pasara todo el tiempo que hiciera falta hasta poder procesar lo que estaba sucediendo para poder comprenderlo y manejarlo de manera más inteligente y calmada, me dejé llevar por el coraje y el dolor que me provocaron sus acusaciones, esa misma madrugada apenas recibí su mensaje de despedida le marqué para hablar con ella, porque esas cosas no se dicen así, sin darle la oportunidad al otro de defenderse, de ser escuchado, pero en cada ocasión solo me encontre con su buzón de voz, esa impotencia de no poder decirle nada me hizo excederme en lo que dije sin querer, total si ya no me iba a escuchar que más daba.

     Pero pasados los días el sentimiento de enojo e impotencia de haber sido abandonado sin tener la oportunidad de hablar con ella, el haber sido juzgado y encontrado culpable de algo que no ocurrió sin tener la oportunidad de explicarme o defenderme se fué desapareciendo y solamente quedaron plasmadas en mensajes de texto las palabras hirientes que nos dijimos mutuamente al sentirnos heridos por el otro, al sentirnos incomprendidos y desechados por la persona que amábamos con todo el corazón. ¡Cómo hubiera deseado no haber dicho absolutamente nada! que solamente el silencio hubiera sido mi respuesta inmediata hasta poder descifrarlo y entenderlo todo.

     Cómo hubiera deseado poder decirle que comprendía su dolor y su desilusión al ver que seguía conservando entre mis contactos a esa persona que tanto odia y ayudarle a entender que no la conservé entre mis contactos porque tenga algún valor para mi más allá del que podría tenerlo cualquier otro contacto, que jamás la hubiera conservado en mi lista de amigos de saber lo mal que la hacía sentir su sola existencia dentro de mi red social, que si seguía allí era debido a que yo no tenía nada que ocultar, porque pensé que ya habíamos superado y aclarado que no significaba nada para mi, porque creí que por fin me había hecho merecedor de su confianza y que le había demostrado con mis atenciones, mi amor y mis acciones que no había otra persona en mi vida. Si fallé en ese sentido entonces ahí si me declaro culpable, culpable de no haber podido restaurar en ella la capacidad de confiar en mi a pesar de todos mis esfuerzos y mis intentos por demostrar que solamente había lugar en mi corazón para una persona y que para bien y para mal, con virtudes y defectos yo la había elgido a ella y que ese era un lugar que ninguna otra mujer le podría arrebatar ni ocupar mientras nuestro amor existiera.

     ¿Pero de que sirve decirle eso a la nada ahora que ella ya no está en mi vida?

     Así que lo hice hoy en ese momento de debilidad en que metí a revisar mi viejo celular, solo fué entorpecerlo todo, no pude evitar querer solucionar las cosas o por lo menos no despedirnos en tan malos y terribles términos y nuevamente le llamé y nuevamente me atendió su buzón de voz, ¡ese maldito y desesperante buzón que me negó una vez más la oportunidad de hablar con ella! la oportunidad de escuchar su voz, de rescatar algo de ese amor tan bonito que nos teníamos, o por lo menos de hacer la paces para que ambos sigamos adelante sin guardarnos rencores, y así una vez más se me escapó la oportunidad si no de ser feliz, de encontrar un poco de paz. Entonces le grabé un audio con voz titubeante, quebrada y confusa, casi inentendible en el que solo di vueltas y aclaré muy poco.

     ¿Porque no tendré la misma facilidad para hablar que para escribir?

     Y una vez que le solicité que me diera una oportunidad de hablar con ella el próximo fin de semana, regresé mi viejo celular a dónde estaba guardado atesorando nuestras conversaciones, nuestras risas, nuestros besos que nos enviábamos, nuestras buenas noches y nuestros anhelos de volver a estar juntos.

     Al final del día no sé si hice lo correcto o si debí seguir desaparecido del mundo, solo sé que me dolió más que todo lo vivido el haberle hecho pensar que la detestaba cuándo sigue siento todavía la persona que más amo y más admiro en éste mundo.

     Hasta mañana querido diario... Nos leemos!

.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario