jueves, 7 de octubre de 2010

Podemos ser héroes, aunque sea por un día

Creo que es preciso mencionar que a medida que se acercaban los festejos y la celebración del bicentenario de la independencia, lejos de dejarme envolver por el entusiasmo, me mantuve un poco alejado y al margen de los festejos, incluso por momentos los sentí ajenos a mi, como si sucedieran en otro lugar y en circunstancias distintas, mucho mas favorables a las que enfrentamos día con día. A pesar de eso y de lo apagado de mi entusiasmo por los eventos bicentenarios, hubo uno del cual me entere a tan solo unos días de su realización que despertó mi interés, "La carrera Bicentenario 10K".

Así que tan pronto como me fue posible revise la convocatoria por internet, la salida salida y meta en el monumento a la Diana Cazadora, tenia su encanto, así que revise la ruta del evento y me atrajo la idea de participar en el, pero no estuve firmemente convencido hasta llegar a la parte económica, pues para ser sincero para mi suele tener cierto peso a la hora de decidir participar en una carrera, no tanto por el dinero en si, mas bien porque a veces siento que las cuotas deberían ser mas accesibles, el correr es una actividad tan maravillosa que es como como uno de esos placeres de la vida que no deberían tener un precio.

Con apenas una semana de anticipación comencé a apretar el entrenamiento para estar listo para la carrera, normalmente hubiera comenzado a prepararme tres semanas antes y de forma gradual, pero esta vez paso tan repentinamente que no hubo tiempo, así que seguí haciendo los mismos 5 Kms. que corro dos veces por semana, solamente que a un ritmo mas intenso, pues deseaba mejorar mi tiempo con respecto a mi anterior carrera de 10Kms, pero fue una mala idea intensificar la rutina tan de repente, pues para el viernes tenia un ligero pero constante dolor en ambas rodillas, lo que comenzó a preocuparme un poco.

Al día siguiente, salí a medio día por mi paquete de corredor y el dolor lejos de desaparecer era ligeramente mas fuerte, por lo que comencé a pensar que quizá no solo no podría mejorar mi tiempo, sino que tal vez no podría ni terminar la carrera. Sin embargo al recibir mi paquete y tener en mis manos mi playera y mi numero de competidor me comprometí a hacer mi mejor esfuerzo, llevármela tranquila, correr recreativamente olvidándome del reloj. Por la noche antes de irme a la cama, deje todo listo para el día siguiente, me puse un poco de ungüento en las rodillas, hable por teléfono con mi novia y me fui a dormir.

El día de la carrera amanecimos a 10 grados, pero eso no me iba a hacer desistir, mis rodillas estaban un poco mejor pero con el frío me sentía un poco entumido, llegue a la cita con 15 minutos de anticipación, hice mi calentamiento trotando hasta la zona de guardarropa, donde deje mi sudadera para quedarme con mi playera y mi numero al frente. A cinco minutos de dar inicio tome mi lugar en la zona de arranque con otras 7000 almas, igualmente emocionadas por comenzar la carrera, por superar sus propias marcas y por compartir esa experiencia tan gratificante de esfuerzo colectivo, y junto a ellos aguarde el disparo de salida.

Una vez que comenzó, toda sensación de individualidad y de soledad desapareció, de repente ya no era solo yo, ahora formaba parte de todos, fue como si mi cansancio se repartiera entre todos y a la vez ellos me compartieran su energía y fuerza de voluntad. Disfrute mucho de la carrera, de los paisajes urbanos, de la compañía de aquellos 7000 extraños, los primeros 5kms hice un trote ligero, los siguientes 5kms incluso puse mas entusiasmo. Cruce la linea de meta satisfecho, me aplaudí a mi mismo y a los demás a mi alrededor, nadie aguardaba por mi, pero no era realmente necesario pues las personas verdaderamente importantes me acompañan en mi corazón todo el tiempo.

Nos leemos...