jueves, 27 de noviembre de 2008

31 de Octubre, 2008: La noche en que la muerte se apodero del Zócalo de la Ciudad de México

Era 31 de Octubre y para mi el día comenzó mal, con inquietudes, anhelos y remordimientos, una de tantas cosas que me me awitaban aquel día fue que mientras la mayoría de la gente hacia planes para festejar a su manera esos días, yo no tendría ni siquiera con quien platicar, ya no digamos hacer algo festivo. Lo mas festivo que yo haría, seria al salir de mi trabajo dirigirme a la pastelería "La Ideal" por mi pan de muertos de cada año, el cual compro desde el día 31 para ponerlo en la ofrenda de mi casa, se ha vuelto casi una tradición comprarlo ese día y en ese lugar debido a que es de los pocos lugares donde encuentras pan de muertos bañado con clara de huevo y ajonjolí, en vez de el que esta todo lleno de azúcar, así que siempre compro uno de cada uno.

Pues bien, el día paso si pena ni gloria y al llegar la hora de salida me dirigí a la calle de Uruguay, pero al llegar a la Ideal. Oh sorpresa! resulta que ya solo estaban "las sobras" por así decirlo, los panes mas fríos y mas feitos ya que este año se había terminado temprano el pan. No me quedo mas remedio que comprar un pan de muertos con ajonjolí que se veía algo apachurrado y frío, así que al salir me dirigí a la sucursal de 16 de Septiembre para comprar uno con azúcar y... Santa muerte!!!! al llegar me encontré una fila de mas de 50 personas que llegaba hasta la calle todos formados para ver si alcanzaban pan de muertos. I n c r e i b l e ! Sobra decir que los mande 10,000kms al demonio y me fui muy molesto, a ver si encontraba otra panadería por ahí donde estuviera bueno y camine rumbo al Zócalo.

Tenia la intención de buscar por 5 de febrero y 20 de noviembre pero al acercarme al Zócalo una melodía me sedujo, era una voz potente, lúgubre y melancólica que llenaba el ambiente, acompañada de una guitarra eléctrica y una batería que parecían acompañar en su pena a aquella voz, al acercarme distinguí la letra, no la ubique de inmediato pero sabia que la había escuchado antes en algún lado, muy probablemente con otra voz, se trataba de una canción que lleva por titulo "Cuatro Cirios" y al acercarme tuve la certeza de que aquella inconfundible voz, no podía ser de otra persona que de "Salvador Moreno", vocalista y fundador del grupo de rock "La Castañeda" quien presentaba a su nuevo grupo "Salvador y los Leones" y las canciones de su reciente álbum "Amor, Muerte" el cual es una melancólica fusión de rock, dark y bohemia, e interpretan con el mismo sentimiento pero renovada energía viejas canciones que en su momento brindaron desahogo y consuelo a los corazones dolidos y tristes de nuestros padres y abuelos.

Al internarme en la explanada del Zócalo la atmósfera era verdaderamente impresionante, el frío que comenzaba a calar repentinamente dejo de importar, la plancha del Zócalo estaba apenas iluminada por luces de colores, que se proyectaban sobre enormes figuras que representaban a la muerte en sus distintas formas artísticas (incluida una enorme figura de mas de 8 metros, representación de Mictlantecuhtli, el dios azteca del inframundo y los muertos), rodeando aquel recinto improvisado se encontraban "stands" donde se podía apreciar toda clase de ofrendas, desde las mas tradicionales a las mas conceptuales y abstractas en una amistosa competencia por ser la mas fotografiada, la mas admirada o la mas visitada. Casi al centro se encontraba un espectáculo de luces que proyectaba diapositivas sobre el edificio que se encuentra frente a la catedral, era bastante impresionante observar como lentamente la figura de muerte se dibujaba sobre la fachada del edificio asombrando a todos los visitantes, especialmente a los niños que maravillados y asustados la miraban con cierto temor e incredulidad. Detrás de esta cabina de proyecciones se encontraba un circo con payasos y acróbatas, donde rápidamente entre risas y juegos los mas pequeños muy pronto olvidaban el susto y se divertían junto a sus papas. Casi frente a la catedral se encontraba una replica de un estadio de juego de pelota, un espectáculo que solo se puede apreciar en el Tajín en ciertas fechas del año, y precisamente en aquel momento se llevaba a cabo una representación, quise acercarme pero era uno de los sitios mas concurridos por el publico asistente, así que tuve que conformarme con ver a lo lejos las luces de colores y una pelota en llamas que se elevaba por el aire. Y así sin darme cuenta transcurrió mas de una hora seducido por la magia y mística que producía esta serie de espectáculos, este encuentro con la muerte, la cual aquella noche se apodero del Zócalo de la Ciudad de México.

- Edd -

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